Consideraciones generales

Al trazar o esbozar esas modalidades o fórmulas lo hacemos con la preocupación principal de evitar las influencias y reminiscencias autoritarias, las tendencias centralizadoras, absorbentes y monopolizantes en la sociedad anarquista o comunista libertaria y con el deseo de dar a la libertad, a la autonomía, contenido viviente, estructural, funcional, práctico y estimulador de mayor progreso y ascensional perfeccionamiento. La energía dinámica social transformadora y creatriz, la fundamentamos en el hombre y en la mujer, naturalmente, en su propia conciencia, como ser integral en sí, individualmente, y como unidad autónoma asociada voluntariamente al conjunto comunitario.

Si en las etapas de transformación y hacia la realización plena del comunismo, mientras el desarrollo industrial y agrícola no hayan alcanzado grado suficiente, por diversas causas, para crear la superabundancia y la libre adquisición individual, sin acaparamiento ni abuso de toda clase de productos, se estimara que no se hacía indispensable una regularización de la distribución y del consumo dentro del propio sistema de socialización aplicada, de colectivismo o de comunismo incipiente, ella deberá ser la más racional y justa.
Lo mismo opinamos si se pensara en la conveniencia o utilidad de un sistema de remuneración, para dar facilidades adquisitivas. De él somos contrarios porque tememos que la remuneración, de no ser igualitaria, y aún así, caería fatalmente en injusticias, suscitaría egoísmos y enconos y a la larga haría resucitar desigualdades.

La existencia del dinero, ya muy controvertida en sociología libertaria, tampoco es aconsejable, a nuestro entender. Y de establecerse un signo monetario, a base de bonos o de vales, tampoco ha de quedar centralizado en un organismo de tipo bancario, sino que, emitidos esos vales o bonos-moneda por las comunas, interiormente y en el plano general, han de poseer valor adquisitivo y permutable en todas ellas. Ha de evitarse la acumulación de valores de signo monetario, en especies o productos, la acumulación de la índole que sea, por parte de una comuna, de una colectividad o empresa potente, más importante o más próspera, de una región más desarrollada, de la misma manera que ha de evitarse y combatirse la centralización y el monopolio.

Si un plan económico general se hiciera necesario establecer, habrá de procurarse que las partes o unidades contribuidoras o cuyo concurso y recursos se requieren o pudieran ser afectadas, no queden sacrificadas, y lo acepten previamente, pues si la voluntad general se impusiera y se manifestara con la omnipotencia de un poder efectivo e indiscutible, se engendraría el riesgo de opresión o de injusticia y la rebeldía surgiría como reacción defensiva inevitable. La sociedad ha de ser como un organismo viviente en que todas las células o agrupaciones de ellas, todos los órganos, cumplen su función, para asegurarse la vida y la salud, con la diferencia de que dentro de ese organismo social el hombre se siente él y se manifiesta autonómicamente, contribuyendo con su propia
individualidad a enriquecerlo y a vitalizarlo y con su inteligencia, razón y conocimientos, a darle conciencia, humanismo, desenvolvimiento armónico, impulsión creadora y ascendente.

El fin de la organización social que defendemos y preconizamos, no debe ser el beneficio o el provecho industrial o comercial, manipulado o monopolizado por un grupo, clan, entidad u organismo cualquiera, sino el bien común.

Lejos de nosotros está la pretensión, que sería vana, de definir en lineamientos inmutables, ni siquiera a grandes rasgos y mucho menos en detalle minucioso, las bases sociales, éticas y económicas del anarquismo -adrede no utilizamos el vocablo político, por las mismas confusiones a que el mismo se presta, como se presta el de democracia. La evolución de la historia sabemos que lejos de seguir una línea ascensional continua, más bien la traza ondulante y está llena de contradicciones, y es a través de ellas como las nuevas formas sociales y económicas, y el propio desarrollo de la conciencia y de la ética humana, se superan y dan paso a nuevas formas, estructuras y conciencia de la ética humana, se superan y dan paso a nuevas formas, estructuras y concepciones, que tienen también existencia efímera, en una perpetua renovación de la vida social y de sus formas, dinámica creadora permanente de lo nuevo, imprimiendo su modulación y su huella a las realidades de cada tiempo, en cada pueblo y en el mundo. Es la propia dialéctica de la vida que crea esos gérmenes que dan impulso al progreso, pasando por el cerebro, la conciencia y la voluntad del hombre y plasmando en formas nuevas realidades efímeras.

Conscientes de ello, como anarquistas, pugnando por todas las audacias realizadoras progresivas, manteniendo viviente y activo el espíritu revolucionario, no ponemos trabas ni límites a la construcción del mañana libre, en continuo proceso de desarrollo y nos limitamos a estos apuntes alrededor del tema La organización de la economía en una sociedad anarquista o durante la etapa de transición revolucionaria hacia la anarquía, sin ninguna pretensión exhaustiva y como contribución al pensamiento y contenido común en los aportes a la doctrina libertaria, sin ninguna pretensión de originalidad.