Horas extras...
Horas extraordinarias; dos palabras que siempre generan polémica en el ámbito laboral.
¿Pero cual es la finalidad última de las horas extras? Aumentar la producción a cualquier precio, en este caso a costa del trabajador, algo a lo que la clase obrera está tristemente acostumbrada.
La situación comienza con un aumento sostenido de la producción y el patrón decide ahorrarse un nuevo puesto de trabajo a costa de alargar la jornada laboral del trabajador.
La ecuación en apariencia es sencilla. Si hay exceso de trabajo hace falta un nuevo puesto en la empresa, así de fácil. Pero en vez de eso se alarga la jornada laboral dando lugar a jornadas maratonianas de 12, 14 e incluso más horas, lo que tiene como resultado inevitable un lógico bajón en el rendimiento del trabajador y, algo mas importante, el cansancio físico y psíquico, que aumenta además el riesgo de sufrir un accidente laboral. Por no mencionar a unos superiores o responsables muchas veces incompetentes o con esquemas de trabajo ineficaces con los que (según dice la gente resignada) “hay que tragar”.
El trabajador explotado se defiende en muchos casos alegando que “necesita” el dinero y cosas similares. Aun siendo comprensivos con las múltiples situaciones personales que atraviesa cada trabajador, y siendo conscientes de que cada realidad es diferente, creemos importante diferenciar entre las necesidades básicas para llevar una vida digna y las “necesidades” creadas con el único objetivo de consumir. Muchos trabajadores hipotecan su vida a beneficio del sistema ignorando las luchas obreras que conquistaron la jornada laboral de ocho horas hace casi un siglo.
Frente al individualismo imperante destinado a manejarnos más comodamente para el lucro de unos pocos, debemos nosotros argumentar que la solución al problema pasa por la necesaria unión asamblearia de toda la plantilla para alcanzar el bien común, hacer fuerza y realizar las demandas adecuadas. Nuestras exigencias deben ir encaminadas hacia una subida lineal generalizada de los salarios de manera paralela e independiente a la categoría profesional del trabajador. La cuantía de las horas extras es solo un placebo para el trabajador acosado por las deudas, con el que el empresario evita la auténtica cuestión a tratar. Esto es, la subida salarial.
Compañero, reflexiona sobre este tema. ¿Qué ganas con las horas extras? Piensa más en tu bienestar, en disfrutar de los tuyos, de una vida saludable y sana, sin ser explotado y con tiempo para vivir. Cosas que a veces se nos olvidan cuando caemos en la espiral que suponen las horas extras y el sobresueldo. ¿Cuantos trabajadores se dan cuenta de su salario real al caer de baja y verse sin recursos para vivir? Por todo ello, las horas extras son una lacra más en las condiciones laborales de la actualidad, condiciones que cada vez se parecen más a las de las nefastas fábricas inglesas de la revolución industrial.
Ahora bien, compañero, si te gusta ser explotado y una marioneta en manos empresariales, si quieres ser el más rico del cementerio, adelante, despójate de tu vida privada y social y haz todas las horas extras que puedas; la manera perfecta para que todos los obreros salgamos perdiendo y el empresario consiga la ansiada división entre la plantilla, creando tensión y enfrentamientos entre compañeros, con lo que distrae así a la masa obrera de su objetivo más inmediato: la mejora de las condiciones laborales.
Sí, horas extras...
...la ruina de los trabajadores.
Texto
21.01.2010
Sindicato del Metal de Madrid CNT-AIT
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